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Futuros políticos de Chile

  • Foto del escritor: Nicolas Ferreira
    Nicolas Ferreira
  • 22 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

Ninguna batalla se gana solo con Generales, ninguna solo con Soldados otros me dirán, y es verdad, ambos son necesarios, una adecuada mixtura de ellos son la mitad de la batalla.


Ayer Lunes y como un acto de deferencia por el trabajo realizado en campaña, fui invitado a la celebración del primer año del triunfo de Sebastian Piñera, triunfo que significó la tan añorada alternancia en el poder y marcó el final de la época de transición de la democracia chilena.

En Dicho evento y luego de escuchar los diferentes discursos de los timoneles de la Coalición por el Cambio, habló el ahora (y por tres años más) Presidente de la República. La Noche era de entusiasmo, de celebración y de orgullo. Los agradecimientos fueron de un lado al otro sin mediar antigüedad política ni fuerza electoral, se recordaron los distintos líderes de lo que fue la alianza, sus Senadores y Diputados, Alcaldes y Concejales, Ministros, Candidatos y Colaboradores, sin embargo, nadie se acordó de las Juventudes del Cambio.

Ninguna batalla se gana solo con Generales, ninguna solo con Soldados otros me dirán, y es verdad, ambos son necesarios, una adecuada mixtura de ellos son la mitad de la batalla, y eso es justamente los que son las juventudes, una perfecta mixtura entre liderazgo y obediencia. Tienen los bríos para defender su candidato voto a voto en la urnas, crear campañas atractivas e innovadoras, movilizar a cientos de personas, crear núcleos y liderar equipos de campaña, mas su importancia pasa a un segundo plano cuando desde las propias cúpulas, y me refiero tanto a la división “adulta” como a sus propios líderes juveniles, no les dan el valor ni el peso que se merecen. Hoy en día los jóvenes políticos (dejemos ya de lado el apelativo de miembro de las juventudes como si fuera otro partido) tienen serios problemas para poder integrarse en reales grupos de decisión, primero por que no están preparados, sus partidos no se encargan de darles un adecuado entrenamiento en prácticas de excelencia que los lleven a emprender proyectos de relevancia social o política, por otro lado, su declaración personal con respecto a “lo que quiero hacer en política”, tampoco está resuelta, muchos de estos jóvenes saben que quieren participar, que quieren mejorar Chile, pero no saben como lo van hacer, y es principalmente por que no entienden cuales son sus potencialidades y habilidades. Finalmente, y esta no es una idea 100% propia, nuestros jóvenes se han convertido en “Políticos de medio tiempo”, debido claro, a que en su lista de prioridades, los estudios, el trabajo, y en algunos casos muy puntuales, el ocio, abarcan los primeros lugares, dejando a la política como una tarea para después de las 8 PM y los fines de semana, vale decir, un hobby.

¿Cuántos estudian hoy una carrera que pueda ser relevante en su futuro político?, ¿Cuántos están dispuestos a trabajar en algo que les agregue valor como jóvenes líderes?, ¿Cuántos están dispuestos a trabajar solo medio tiempo para darle preferencia al servicio público?, por otro lado, ¿Cuántos de los que llevamos más tiempo en esto estamos dispuestos a ilustrar a los que vienen entrando? ¿Cuántos a sacrificar horas de descanso para formar los nuevos líderes? ¿Cuántos a confiar en las aptitudes y prácticas de ellos y legarles más responsabilidades?

Quizás cuando los primeros tomen la decisión, los segundos correrán el riesgo. Quizás cuando los segundos confíen más, los primeros se la jugarán, sin embargo, alguien tiene que dar el paso, ¿tu a que lado estás?

Nicolás Ferreira Castro


Publicado en ElRancahuaso enero-2011

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